jueves, 12 de febrero de 2015

NI - NI


Los hijos del NI - NI


Desafiantes, desobedientes, agresivos...¿en qué momento se han convertido nuestros adolescentes en "ni quiero estudiar, ni quiero trabajar".

En muchas ocasiones cuando llegamos a esta situación en casa, cuando nuestro hijo nos plantea o nosotros mismos vemos que el camino que lleva no es el adecuado, la única solución que vemos es que nos sale la vena autoritaria, el "padre autoritario y que tiene la verdad única" y pensamos que de esta manera nos tendrá que obedecer. Y estamos muy equivocados, con esto en muchas ocasiones, con los mandatos, las imposiciones, la falta de diálogo constructivo, lo único que conseguimos es una oposición más férrea y tenaz.

Debemos de pararnos a pensar desde dónde puede venir el problema, puede ser que hayamos olvidado que nuestros jóvenes son personas, piensan, sienten, tienen inquietudes y a lo mejor simplemente están perdidos entre tanta información de "haz esto"o "estudia aquello que mira tu amigo que bien le va"...
En muchas de las ocasiones hemos perdido la capacidad de dialogar con nuestros jóvenes, de sentarnos y preguntarles qué tal les ha ido el día, porque si esto fuese una costumbre, seguramente le habríamos oído decir en alguna ocasión que "no me gusta lo que estoy estudiando", "me aburre el estudiar", o simplemente sabríamos que quiere sentirse aceptado en su grupo de amigos.
Esa es una de las bases para llegar a un entendimiento, la comunicación de tú a tú, ya no son niños pequeños.

En otras ocasiones, y muchas veces acompañando a la anterior, lo que hay en el fondo del abandono de los estudios porque se encuentran perdidos y no encuentran su camino, lo que realmente les llena, porque nadie se ha preocupado de orientarlos o porque todos están preocupados porque siga el camino que otros han elegido para ellos.
Parte importante en este abandono en muchas ocasiones la tiene le miedo al fracaso, la falta de control ante la frustración, estudiantes buenos durante años en el colegio, cuando llega el momento de esforzarse para poder aprobar y no lo consiguen surge la frustración, surge un deterioro de la autoestima y por lo tanto como no sé qué hacer porque ya no apruebo como lo hacía antes, abandono. En este caso, es muy importante enseñar y establecer unos buenos hábitos de estudio desde muy pequeños, hábitos de esfuerzo, de que nada en esta vida se te dá, hay que conseguirlo y para ello hay que esforzarse, y si no se consigue a la primera, no pasa nada, ver qué se puede cambiar y volver a intentarlo.
Los educadores en muchas ocasiones caemos en que todos los adolescentes pueden establecer los mismos ritmos unos de otros y no es así, cada uno llegará a su meta en diferentes momentos y si no lo logran con sus compañeros, puede aparecer el desánimo y el fracaso, para lo cual necesitan el apoyo y la orientación de los centros escolares y de la familia.

En definitiva, muchas veces establecemos la culpa en el otro, cuando parte del trabajo lo tenemos que hacer nosotros:
- motivar e incentivar los resultados en el estudio, con hábitos de estudio efectivos y saludables,
- orientación vocacional, ¿qué quieres hacer con tú vida y qué te cuesta conseguirlo?, ¿qué opciones tengo?,
- describir intereses, aficiones y habilidades, para poder establecer una meta y un camino claro,
- buscar conjuntamente una meta clara y definirla,
- desvelar posibles trabas emocionales que puedan entorpecer sus decisiones y motivación,
- reforzar conductas apropiadas
- no usar nunca el cariño de la familia y de los padres como moneda de cambio en el diálogo, este es siempre incondicional.

Saludos
Carpe Diem.

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